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Via Crucis por Pompeyo Audivert
Catedral Metropolitana de Buenos Aires
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Artistas
Audivert, Pompeyo
 
Via Crucis por Pompeyo Audivert

Catedral Metropolitana de Buenos Aires - Sala Capitular
del 25 de febrero al 3 de abril de 2009 .

 

VIA CRUCIS – Origen y significado

“Via Crucis” en latín significa “Camino de la Cruz”; se lo conoce también como “Estaciones de la Cruz” y “Via Dolorosa”. Se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación de la Pasión de Jesucristo durante su camino al Calvario. Esta serie de imágenes de la Pasión o “Estaciones”, que generalmente se representan en pinturas o esculturas, tiene la finalidad de unirnos a Jesucristo haciendo una peregrinación espiritual a la Tierra Santa, recordando los momentos señalados de su Pasión y muerte redentora.

La costumbre de rezar las Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jesuralén; según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente los lugares de los hechos. Los cristianos de las primeras centurias veneraron los lugares relacionados con la vida y muerte de Cristo. Esto se facilitó a partir de la paz otorgada a la Iglesia por Constantino, con lo que se multiplicaron las peregrinaciones a los Santos Lugares, y de las que se conservan descripciones desde el siglo IV.
Muchos peregrinos no podían recorrer el Camino de la Cruz ya sea por la distancia o por las dificultades que se presentaban en los territorios que debían atravesar, fue así como creció la necesidad de representar la Tierra Santa en otros lugares más accesibles e ir a ellos en peregrinación. De esta forma se erigieron Calvarios y luego Via Crucis en diferentes partes de Europa y más tarde en el resto del mundo.

La cantidad de Estaciones con las que se ha definido este camino de oración ha variado a lo largo de los siglos. El uso de las Estaciones se generalizó a fines del siglo XVII, coincidiendo desde entonces en las catorce que llegan a nuestros días. La mayoría de las estaciones han sido tomadas del Evangelio mientras que otras han sido añadidas por la tradición piadosa del pueblo cristiano.

Otras estaciones (tercera, cuarta, sexta, séptima y novena) han sido deducidas de la descripción que los evangelistas hacen del camino que recorrió Jesús hacia el Calvario. En el caso de las estaciones que muestran las caídas de Jesucristo (tercera, séptima y novena) son atribuidas al agotamiento del Huerto, de los interrogatorios y sobre todo de las circunstancias ocurridas en el trayecto (azotes, corona de espinas). Se deduce al menos una del hecho de haber pedido a Simón de Cirene que llevase la cruz, y se suponen lógicamente otras caídas, aunque no podamos saber el número exacto.

Fue casi seguro el encuentro de Cristo con su Madre antes de la cruz (cuarta), según Jn 19, 25-27 y otros pasajes. Es muy probable el episodio de la Verónica según Lc 23, 27 ss. y relatos escritos que se remontan a los siglos III y IV basados en relatos y tradiciones orales anteriores. Pocas de las Estaciones en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la décima (Jesús es despojado de sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no aparecen eran antes más comunes. Entre éstas, el balcón desde donde Pilato pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre). Algunos han hecho de la Resurrección la décimo quinta estación pero no han tenido demasiado eco.

“Estacionarnos” o detenernos en el recorrido meditado del Via Crucis nos lleva a profundizar el conocimiento de la vida y persona de Cristo, también su Pasión y Muerte, facilitándonos nuestra identificación con Él.

Área de Cultura y Patrimonio – Catedral Metropolitana


'Via Crucis por Pompeyo Audivert'

Se exhibe en la sala capitular de la Catedral Metropolitana el Via Crucis de Pompeyo Audivert realizado en  1929, de manera coincidente con el inicio de la Cuaresma 2009.  Esta obra a la que Julio E. Payró calificaría de “impresionante serie” (1) no ha sido mostrada con frecuencia y esta exposición, además de saldar una deuda con aquellos que no tuvieron la oportunidad de conocerla,  conduce a formular algunas consideraciones desde el presente.  El  Via Crucis, que fue la culminación de la primera etapa del desarrollo del artista, significó un hito de modernización del lenguaje del grabado en la Argentina y, visto hoy retrospectivamente, también lo fue dentro del desarrollo de las artes visuales cuando un espíritu vanguardista comenzaba a configurarse en el medio.
Audivert, nacido en 1900 en Estartit, Cataluña, llegó a la Argentina en 1911. Perteneció  a la misma generación, en su disciplina, de Víctor Rebuffo.  Formado en artes gráficas e ilustración, fue grabador autodidacta. Forjó su lenguaje artístico dando un carácter experimental a su abordaje de  distintos tipos de grabado, manejo de medios e instrumentos. 
El año 1929, fecha de realización del Via Crucis, coincidió con otros dos hechos que marcaron su trayectoria, la invitación de parte de Alfredo Guttero, aquel “artista moderno en acción” (2), a exponer en Amigos del arte y su primer reconocimiento oficial al ser premiado en el Salón Nacional de ese año. Más tarde, expuso en Francia y Bélgica, y allí el Seminaire des Arts de Bruselas compró el Via Crucis para su colección.
Las obras de esta serie manifiestan  la adquisición madura y elaborada de un lenguaje artístico propio. Si bien figurativas, ya que se ilustran los pasos de la Pasión de Cristo en el camino al Calvario, el artista hizo surgir las figuras desde el fondo negro del papel entintado.  Construidas por líneas paralelas –hendijas de luz-, los trazos sobre la madera, conforman la corporalidad y los volúmenes, que sin embargo no ocultan lo bidimensional del soporte. Un rasgo notable consiste en que, si bien las líneas de grosor diverso tienen un papel protagónico, en ningún caso  contornean las figuras, no las encierran, sino que éstas quedan abiertas al espacio como, de otro modo, lo pretendía el cubismo.  Además, las figuras se inscriben en estructuras geometrizantes cuyo inspiración puede provenir tanto del estilo románico de su tierra natal como del contemporáneo art-decó, característica que sin duda habrá sido observada por Alfredo Guttero , al convocarlo a exponer su producción.  Más tarde sus búsquedas  estarían más  ligadas al surrealismo. Por otra parte, los rostros, miembros, manos y cuerpos, denotan un dramatismo expresionista, que se expresa en los miembros largos en relación con los cuerpos y las manos que poseen también un tamaño notable, aludiendo a algunas similares propias de la pintura románica.  Finalmente, uno de los rasgos centrales del Vía Crucis de Audivert es  la utilización explícita de mínimos recursos que aumentó la potencia expresiva en esa síntesis extrema de sufrimiento encarnado a través de una maestría artística cuya modernidad  resuena en la contemporaneidad.

Mercedes Casanegra
Lic.en Historia del Arte (UBA)
Miembro Asociación Argentina
e Internacional de Críticos de Arte

Notas

(1)Julio E. Payró, “Pompeyo Audivert, artesano magnífico”, catálogo exposición retrospectiva, Gal. Van Riel, Bs. As., 20 ago / 1 sept., 1962, en Leonardo Estarico, “Pompeyo Audivert”, Grabadores Argentinos del Siglo XX,  Bs. As., CEAL, 1982.


(2) Subtitulo de la exposición dedicada a Alfredo Guttero,  MALBA, 2006, con curaduría de Marcelo E. Pacheco. Referencia a sus tareas de actor cultural.

 
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