Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
del 6 de junio al 5 de julio de 2015
Espacio Lezama Arte
del 8 de abrril al 31 de mayo de 2017
Víctor Delhez, grabador y xilógrafo, nació en Amberes (Bélgica), el 16 de marzo de 1902. Realizó estudios artísticos en la Real Academia de Bellas Artes de su ciudad natal y en Inglaterra y Francia, cursando arquitectura, dibujo y pintura. Prosiguió su formación en la Academia Provincial de Bellas Artes de Lovaina. Radicado en la Argentina en 1926, contribuyó al desarrollo de su cultura, ocupando una cátedra de grabado en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. Aunque haya pintado en algunas ocasiones y modelado en otras, subordinaba siempre estas actividades plásticas a su principal pasión: el grabado. Delhez manejaba las gubias maravillosamente; lo caracterizaba por sobre todo su dominio de la técnica permitiéndole obtener infinitos matices del vegetal. Las figuras humanas y naturales toman un realismo inusitado en la propuesta del artista. Estas características demuestran la maestría de un grabador único, donde cada elemento logra un todo armónico y sensible. La colección que se presenta es en parte patrimonio de la familia, acompañada también por obras del artista que pertenecen al Museo de Dibujo y la Ilustración.
Víctor Delhez. Luces y sombras para la condición humana.
La figura de Víctor Delhez es insoslayable dentro del panorama del grabado argentino. No sólo se destacó como un creador original sino que fue relevante su labor como docente y difusor de esta disciplina artística en la Universidad de Cuyo, cuando esa casa de altos estudios fundó la Escuela Superior de Artes Plásticas y fue contratado en 1940 para organizar el Taller de Grabado, cargo en el que se mantuvo activo hasta 1968.
Nacido en Bélgica, a su llegada a la Argentina en 1926 trabajó como arquitecto, dibujante, constructor, e incluso incursionó en la publicidad, sin embargo bien pronto comenzó su actividad artística. Así, en la muestra realizada en 1929 presentó fotografías surrealistas y abstractas, collages y fotomontajes, pero definiéndose tempranamente por el grabado, al realizar entre 1931 y 1932 las estampas para ilustrar Les fleurs du mal de Charles Baudelaire.
Las composiciones de Víctor Delhez presentan una cualidad única, una “manera” gótica, como si se trasladasen desde su propia Bélgica natal. Parecieran ser portadoras de una genética cultural, aquella que surgía del paisaje de la infancia al momento de concebir su imagen y que lo muestra como heredero de una tradición del grabado a la cual supo imprimirle una visión única y original Desde el trabajo recoleto desarrollado en su casa-taller en Chacras de Coria fue gestando a través del tiempo una obra monumental, densa y crítica en sus cuestionamientos.
Múltiples y variados fueron los disparadores de una temática que también supo posicionarlo como autor, personalísimo, dentro del ambiente del grabado argentino. La xilografía fue la especialidad preferida por Delhez, la misma se vincula al igual que el grabado en general, al carácter social del mismo, dado por su posibilidad de difusión, su capacidad multiejemplar y finalmente por la relación que sostiene con los textos impresos, empleándose también desde sus inicios como trasmisión de determinadas ideologías hasta la expresión propia e individual del artista. Junto a la producción de sus conocidas series la ilustración de libros fue otra actividad en la que se destacó especialmente y es en este punto donde confluyen todos los recursos compositivos en función de la historia a narrar. Ésta no es una cuestión menor en sus trabajos. Así, forma y contenido se constituyen en una unidad indisoluble, donde
ambas se implican mutuamente.
A partir de una técnica impecable de exhaustivo rigorismo formal, Delhez creó un mundo particular, con sus mitos contemporáneos, una suerte de bestiario actual. Sus ciudades fantásticas no dejan de evocar su paisaje nativo.
Surgen así los lugares intrincados, laberínticos y sin salida o que conducen a un no lugar. Esta concepción de los espacios incita a una visión y lectura demoradas de cada estampa porque cada uno de ellos pareciera estar imaginado y compuesto desde las propias obsesiones del artista. La forma en que concibe a las figuras, ya sea desde un sentido de masa humana o hasta el detalle obsesivo de un personaje individual, incluyendo sus autorretratos, revelan la empatía que sentía hacia los personajes escogidos
al posicionarse en un punto de vista especial. De allí también los particulares encuadres y perspectivas que utilizó, los cuales fortalecen las tragedias revisitadas por el grabador. Las intensas incisiones sobre el taco reafirman esa voluntad narrativa y de ellas emergen los negros absolutos y abismales hasta los blancos prístinos, transitando por todas las gamas de grises expresivos, que dan origen a los riquísimos climas compositivos que tan bien definen a su producción.
En las realizaciones de Delhez pueden vislumbrarse respuestas a problemáticas que afectan a lo más esencial de la condición humana y esa capacidad visionaria es la que lo sitúa como un artista aún vigente, porque sus creaciones siguen conmoviendo desde nuestro presente.
Mgter. Silvia Marrube
Área Investigación y Archivo de Arte Argentino
Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori |